"Él levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor." 1 Samuel 2:8 No es simplemente construir una casa, ¡es mucho más! Es traer honor y dignidad a una familia que por mucho tiempo no sabían que era eso. Esta familia pertenece a la etnia tepehuana, radicaban en la sierra hace más de 13 años y tuvieron que salir de ahí y venir a Durango por falta de trabajo y comida. Son 12 los integrantes (no todos salen en la foto), 4 generaciones y todos vivían en dos cuartos. Su casa era de adobe, el baño estaba afuera de la casa y estaba hecho de algunas colchas sobrepuestas en unos troncos de madera, pasaban mucho frío. Conocimos a esta linda familia a través de unos pastores que aman servir la comunidad alrededor de su iglesia, esta familia se congrega ahí. Al conocerlos, no sólo conocí su historia sino también conocí más el corazón de Dios, cuánto El nos ama y cómo tiene cuidado de el más mínimo detalle en nuestras vidas. La historia de Josefina y Juan (el de la izquierda de la foto) fue muy impactante para mí, es de esas historias que inspiran ¡tanto!. En particular porque son muy humildes y aún así, cada día que íbamos ellos tenían algo que ofrecernos, desde un vaso de agua hasta unas galletas y refrescos. Antes de construirles su casa, estuvimos visitándolos varias veces y un día nos contaron algunas historias que marcaron mi vida. Ellos no saben leer y tampoco saben escribir, hablan español pero no entienden mucho, teníamos que usar lenguaje muy sencillo para que ellos pudieran entendernos. Juan nos contó que cuando él era niño su padres se separaron y a él le afectó tanto que no quería que sus hijos pasarán por lo mismo, por eso se mudaron aquí a Durango para darle una mejor vida su familia. Josefina por su lado, nos contaba cómo es que Dios le había cambiado tanto la vida y cuánto anhelaba que también su familia conociera a ese Dios que la transformó, y que día a día la amaba. A pesar de que su pobreza es muy visible, ellos nunca se quejaron de no tener para comer en algunos días o lo difícil que era vivir así, pero yo si pude darme cuenta. En vez de quejarse ellos siempre tenían una sonrisa en el rostro, daban más de lo que tenían y estaban contentos por lo que venía, ¡su casa nueva! Cuando llegó el día de la construcción todos estábamos emocionados y no puedo explicar lo que sentía cada día que la casa iba tomando forma. Ver sus rostros poder sentir la esperanza que transmitían, ¡no tiene precio! Un día, mientras construían el baño de la nueva casa, uno de los niños entró y fingió estarse bañando, todos reímos al verlo, fue un momento chistoso pero al mismo tiempo me hizo pensar en algo que para mí es tan "normal" como bañarme, para él será algo extraordinario ahora. Me hizo reflexionar mucho a cerca de cuánto me quejo de no tener cosas, cuando para ellos eso es una necesidad básica y no la tenían. Todos los días de la construcción personas se acercaban y le preguntaban a Josefina acerca que quién le había construido su casa y ella respondía: "es gracias a Dios, El es bueno y me la regaló", wooooow ella dando testimonio de quién es Dios. Esta familia va a inspirar a otras familias de la misma comunidad a buscar a Dios, a conocerlo y sobre todo van a creer en El. Amo ver cómo por medio de un ministerio como este que es " Casas de Esperanza" muchas familias no sólo pueden ser bendecidas con una casa digna sino que también pueden ser alcanzadas, familias que no conocen nada de Jesus y también poder discípular a los que ya lo conocen para que lo den q conocer. Estoy segura que la familia De la Cruz será un parte-aguas en esa comunidad y podrán reflejar el amor de Cristo.
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